Podemos visualizar el Sol como un enorme horno atómico que, gracias a las altísimas temperaturas y presiones presentes en su núcleo, es capaz de fusionar hidrógeno para generar helio. Dicho en términos simples, este proceso implica que se fusionen 4 núcleos de hidrógeno (con un protón cada uno) para formar un núcleo de helio (compuesto por 2 protones y 2 neutrones). Sin embargo el núcleo de helio resultante solo tiene el 99.3% del peso de los 4 núcleos de hidrógeno, lo cual significa que en el proceso el 0.7% la masa se convierte en energía.
Se estima que cada segundo el sol transforma cerca de 600 millones
de toneladas de hidrógeno en 596 millones de toneladas de helio: los
4 millones de toneladas de masa faltante se han convertido en
energía. Es una cantidad difícil de imaginar, sobre todo si
consideramos que cada gramo de masa convertido en energía equivale a
quemar más de 3,000 litros de gasolina. Así, el sol proporciona
alrededor de 6,200 watts, que equivalen a la luz generada por 62
focos de 100 watts, por cada centímetro cuadrado de su superficie.
Solo una pequeña parte de esa energía llega a la tierra, mientras
que el resto se dispersa en el espacio sideral.
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